domingo, 28 de febrero de 2010

Siempre nos quedarán las camelias


Alguna alegría tenía que tener el otoño-invierno por estos lares y no es otra que la floración de las camelias. Estos días se celebra en el Museo nada menos que la 46 edición del "Concurso de la camelia"
Importada del sudeste asiático en el siglo XVIII, este árbol con su correspondiente flor- Odriozola se negaba a denominarlos "camelios" - se puede decir que ha venido sufriendo un proceso de paulatina democratización.
Primero se aclimató en los pazos de fidalgos y señores, Oca, Santa Cruz de Ribadulla, Rubianes ,etc. Después ya entrado el siglo XIX, pasó a las quintas y moradas de los altos dignatarios, como ejemplo las de los palacios de Lourizán, Gandarón en Salcedo, Caeira en Poio, Soutomaior, para seguir después a los jardines burgueses y granjas de Lérez, Eiriña, Valdecorvos, etc.
En la ciudad, en los parque públicos, destacan los árboles del entorno del Palacio de la Diputación, los situados frente al ex-cuartel de San Fernando, los del jardín del edificio de Sanidad...
Probablemente sería el alcalde Remigio Hevia, quien decidió vulgarizar aun más esta planta para que festoneara la plaza de la Herrería. Ya en tiempos del alcalde Rivas se plantó de camelias el entorno de la fonte, en los jardines de Casto Sampedro.
En los últimos años, hay una política de trasplantar las camelias de los jardines que se van convirtiendo en solares para plantarlas ahora en parques y vías públicas.

2 comentarios:

  1. Es la dama del invierno,
    un puente hacia la primavera.
    Cuando florecen rosales y hortensias
    se retira en silencio
    sin molestar con su grandeza.
    Al marcharse todas las flores
    vuelve con la alegria de sus colores,
    su belleza oculta su fuerza,
    no luce en primavera ni en verano
    pues un día le dijeron
    que en invierno había ciudades sin flores
    y se vino a Pontevedra.

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  2. Muy bonito el comentario y acertado el post.
    Creo que son los mejores árboles para nuestras calles, junto con los naranjos. Tener flores en invierno es un lujo y el olor del azahar en primavera es una buena sensación.

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