Llegada la Pascua, desde hace treinta años, un grupo de profesores de filosofía pertenencientes en un principio al Instituto "Valle Inclán" llevan organizando lo que se ha denominado como "Semana Gallega de Filosofía".
Son un clásico de la actividad cultural de la ciudad y lógicamente en estas tres décadas han recogido infinidad de galardones por su esfuerzo y prestigio. Ni que decir tiene que en tantos años se han abordado infinidad de temas y han comparecido ponentes de todo el orbe de pensamiento humano.
Pero lo grave del asunto es que desde hace un tiempo se nota que la pluralidad de enfoques ha desaparecido totalmente para convertirse en la semana galega de la filosofía nacionalista de izquierdas. Los asuntos se abordan desde la óptica de un pensamiento político único donde lo que prima básicamente es cantar las excelencias de los nacionalismos, a poder ser periféricos, las maldades del capitalismo, la bondad de lo público sobre lo privado, o la primacía del laicismo. Y así año tras año. En general los ponentes de los últimos lustros, además suelen responder al patrón de vividores del erario público.
Pero quizás lo que llame más la atención es el desmedido apoyo económico que se presta desde el Concello de Pontevedra, con un convenio que supera los diecisiete mil euros, (17.000) o por lo menos así viene siendo en los últimos tres años. Si ya es discutible que una Administración Local deba subvencionar estos eventos, máxime si está organizado por elementos priviligiados del grupo A como pueden ser los profesores de Instituto, las comparaciones con otras actividades de colectivos de la ciudad resultan odiosas.
Y es que el dinero que se le dedica a la semana galega de filosofía sectaria, supera por ejemplo a lo que el concello le dedica a los empresarios locales para sus campañas de promoción comercial, a lo que se le dedica a la federación de vecinos, y ya no digamos a otras entidades culturales o que realizan actos de promoción de la ciudad como la Sociedad Filarmónica o la Junta Coordinadora de la Semana Santa.
Deberían aprender los filósofos oficiales de las citadas entidades que sufragan sus actos básicamente con las aportaciones de las cuotas de los socios sin tener que recurrir a las ayudas públicas.
Con los citados mimbres económicos, el resultado intelectual de la semana de filosofía no puede resultar más que un disparate, al estar organizado por elementos de la clase privilegiada disociados de la realidad cotidiana.