Ya puestos a invertir esos más de 850.000 euros en la Alameda y su entorno, es una pena que no le hayan pasado un brochazo al monumento al soldado, que debe ser la piedra de Pontevedra que ostenta las pintadas más antiguas.
A pesar de la polémica que se suscitó cuando se inauguró en 1986 esta gran escultura conmemorativa, que cierra la Avenida de Montero Ríos, lindante con la citada Alameda, habría que reconocer que es de los pocos aciertos del alcalde Rivas, pues de la situación aislacionista en la que se encontraba España en esos años se ha pasado en poco tiempo a ser un país plenamente integrado en las estructuras occidentales. Quien le iba decir a ese alcalde pontevedrés cuando tildaron su monumento como anacrónico, que caerían soldados españoles en Afganistán, Irán, los Balcanes, Haiti, etc, en diferentes misiones internacionales...Ya que tenemos ese referente lo lógico es cuidarlo, porque actualmente mástiles, pebetero, jardín y paramentos se encuentran en un estado deplorable. Porque para unos visitantes noruegos, australianos o franceses, por poner un ejemplo, tan respetuosos con estos asuntos, que por aquí viniesen a contemplar los coloristas azulejos recientemente restaurados en esa zona, no le entrarían en sus cabezas que aquí fuésemos tan túzaros con todos nuestros símbolos patrios que honran la memoria colectiva.
A pesar de la polémica que se suscitó cuando se inauguró en 1986 esta gran escultura conmemorativa, que cierra la Avenida de Montero Ríos, lindante con la citada Alameda, habría que reconocer que es de los pocos aciertos del alcalde Rivas, pues de la situación aislacionista en la que se encontraba España en esos años se ha pasado en poco tiempo a ser un país plenamente integrado en las estructuras occidentales. Quien le iba decir a ese alcalde pontevedrés cuando tildaron su monumento como anacrónico, que caerían soldados españoles en Afganistán, Irán, los Balcanes, Haiti, etc, en diferentes misiones internacionales...Ya que tenemos ese referente lo lógico es cuidarlo, porque actualmente mástiles, pebetero, jardín y paramentos se encuentran en un estado deplorable. Porque para unos visitantes noruegos, australianos o franceses, por poner un ejemplo, tan respetuosos con estos asuntos, que por aquí viniesen a contemplar los coloristas azulejos recientemente restaurados en esa zona, no le entrarían en sus cabezas que aquí fuésemos tan túzaros con todos nuestros símbolos patrios que honran la memoria colectiva.