Precisamente en el Día Mundial de los Humedales, el concello de Pontevedra anuncia una inversión de 1,6 millones de euros en el parque denominada como Illa das Esculturas, ubicado en los antiguos restos de lo que fue la "Xunqueira do Cobo" en la zona intermareal del río Lérez.
Fue en 1999, siendo alcalde Juan Luis Pedrosa, cuando se acometió la idea de realizar en ese entorno un parque escultórico contratando a los artistas de vanguardia a instancia de los comisarios Rosa Olivares y Antón Castro. De aquella se pagaron alrededor de 100 millones de pesetas con cargo al erario público. Chuparon todos. Eso si, como toda intervención frívola no se tuvo en cuenta ni el entorno medioambiental en el que se situaban las piezas, ni la conexión con el desdichado campus, verdadero polígono de naves, ni la continuidad con el Pazo da Cultura, en fin, ni se molestaron en sanear las aguas del Lérez. Evidentemente como el proyecto no tenía fondos para su mantenimiento y como además cambió el gobierno local (BNG), ajeno a esa inicitiva del PP, el parque acabó convirtiéndose en una escombrera, símbolo de abandono ciudadano.
Hubo después algunas tentativas, suponemos que también a golpe de talonario, de crear alguna institución que velara por la salvaguarda de las obras allí ubicadas.
Tras una década de olvido ahora parece que cambió el viento y tras el anuncio de varios millones de inversión, bastante más de lo que costó el inicial experimento conceptual, se pretende que esa isla sea un referente para la ciudad, "que xa quixeran outros" recuperando asimismo los valores paisajísticos y la integración con los espacios urbanos.
Quizás ahora les remuerda la conciencia por condenar al ostracismo a los llamados" salones del Lérez" situados aguas arriba, bastante más interesantes culturalmente que los artefactos escultóricos citados.
Fue en 1999, siendo alcalde Juan Luis Pedrosa, cuando se acometió la idea de realizar en ese entorno un parque escultórico contratando a los artistas de vanguardia a instancia de los comisarios Rosa Olivares y Antón Castro. De aquella se pagaron alrededor de 100 millones de pesetas con cargo al erario público. Chuparon todos. Eso si, como toda intervención frívola no se tuvo en cuenta ni el entorno medioambiental en el que se situaban las piezas, ni la conexión con el desdichado campus, verdadero polígono de naves, ni la continuidad con el Pazo da Cultura, en fin, ni se molestaron en sanear las aguas del Lérez. Evidentemente como el proyecto no tenía fondos para su mantenimiento y como además cambió el gobierno local (BNG), ajeno a esa inicitiva del PP, el parque acabó convirtiéndose en una escombrera, símbolo de abandono ciudadano.
Hubo después algunas tentativas, suponemos que también a golpe de talonario, de crear alguna institución que velara por la salvaguarda de las obras allí ubicadas.
Tras una década de olvido ahora parece que cambió el viento y tras el anuncio de varios millones de inversión, bastante más de lo que costó el inicial experimento conceptual, se pretende que esa isla sea un referente para la ciudad, "que xa quixeran outros" recuperando asimismo los valores paisajísticos y la integración con los espacios urbanos.
Quizás ahora les remuerda la conciencia por condenar al ostracismo a los llamados" salones del Lérez" situados aguas arriba, bastante más interesantes culturalmente que los artefactos escultóricos citados.
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