Si acaso la última moda, que va a más, de tirar huevos y harina durante los actos del carnaval, por parte de mozalbetes enfundados, quizás sea, además de una gamberrada, desde el punto de vista de la moral urbana y burguesa, una auténtica reivindicación del verdadero espíritu del carnaval desregularizado. Sólo hace falta acercarse a lugares de honda tradición carnavalesca y agraria, en el rural, para ver como todavía subsiten los ritos de las enfariñadas, enlamadas y el caso extremo del lanzamiento de las hormigas rojas de Laza. Seguramente que estas cosas no le gustaron a los espíritus refinados y urbanitas del siglo XIX y prefirieron mudar esas toscas costumbres por el lanzamiento de papel, de confetti.
Y esta introdución nos da pie para contar una desconocidísima costumbre del carnaval pontevedrés anterior al 1800: el lanzamiento de naranjas.
Ya la vieja Tabla de Ceremonias municipal, el libro del protocolo festivo que debían acatar los antepasados de nuestros munícipes, advertía de la prohibición de tirar naranjas en los días de Carnestolendas, sobre todo al paso de las comitivas concejiles cuando se dirigían a misa, pues aunque no lo parezca ahora, el carnaval fue por estos pagos una fiesta religiosa, que como se sabe precede a la cuaresma.
No nos resistimos a reproducir un pasaje del desaparecido profesor Xosé Filgueira Valverde, recogido en un artículo suyo incluido en el I Adral. Se refiere nada menos que a un documento dle siglo XVII (1675) la de la Pontevedra de los hidalgos engolados. Veamos que es lo que sucedió en la Herrería durante los Carnavales.
"En una fiesta que se hizo en la Villa, el día de Carnestolendas, salieron los caballeros...a caballo, a la plaça de la Herrería, y hicieron una escaramuça, tirando naranjas, y Miguel Dinís, salió a caballo, y quiso entrar tembién a tirar naranjas, y los caballeros se hicieron a una parte, y los muchachos dieron a correr, tras de dicho Miguel Dinís, tirándole naranjas y pedradas, con que le hicieron salir corriendo de la Plaça."
Pero volviendo a lo de los huevos ya hay que tenerlos para vestir al criticón loro Ravachol como policía local en homenaje a la implantación de la" zona treinta" precisamente cuando ni siquiera se puede circular a esa velocidad en la ciudad de los atascos y cuando este año subió la recaudación por multas un 40%.
Y esta introdución nos da pie para contar una desconocidísima costumbre del carnaval pontevedrés anterior al 1800: el lanzamiento de naranjas.
Ya la vieja Tabla de Ceremonias municipal, el libro del protocolo festivo que debían acatar los antepasados de nuestros munícipes, advertía de la prohibición de tirar naranjas en los días de Carnestolendas, sobre todo al paso de las comitivas concejiles cuando se dirigían a misa, pues aunque no lo parezca ahora, el carnaval fue por estos pagos una fiesta religiosa, que como se sabe precede a la cuaresma.
No nos resistimos a reproducir un pasaje del desaparecido profesor Xosé Filgueira Valverde, recogido en un artículo suyo incluido en el I Adral. Se refiere nada menos que a un documento dle siglo XVII (1675) la de la Pontevedra de los hidalgos engolados. Veamos que es lo que sucedió en la Herrería durante los Carnavales.
"En una fiesta que se hizo en la Villa, el día de Carnestolendas, salieron los caballeros...a caballo, a la plaça de la Herrería, y hicieron una escaramuça, tirando naranjas, y Miguel Dinís, salió a caballo, y quiso entrar tembién a tirar naranjas, y los caballeros se hicieron a una parte, y los muchachos dieron a correr, tras de dicho Miguel Dinís, tirándole naranjas y pedradas, con que le hicieron salir corriendo de la Plaça."
Pero volviendo a lo de los huevos ya hay que tenerlos para vestir al criticón loro Ravachol como policía local en homenaje a la implantación de la" zona treinta" precisamente cuando ni siquiera se puede circular a esa velocidad en la ciudad de los atascos y cuando este año subió la recaudación por multas un 40%.
La foto es de una farrapada en Laza (rtve)
ResponderEliminarEn estos días de fábula, en los que el loro Ravachol se viste de policía local y el policía local Zacarías se viste de plumas...
ResponderEliminarEl año que viene (o el siguiente) quiero yo ver a Ravachol y al policía Zacarías cuando la gente, hastiada por el paro, empiece a tirar naranjas y granadas (de mano) contra las dependencias municipales.
ResponderEliminarMe parece preocupante ese viraje a lo gaditano que está tomando el carnaval en Pontevedra. Me refiero a esa nueva costumbre de no llevar máscara, de ir a cara descubierta travestido por la calle, a lo maricón de murga de Cádiz.
ResponderEliminarQue vuelva la máscara al carnaval de Pontevedra.
Me han contado que estos carnavales, con lo de la crisis, apareció una pintada en la pared del Concello de Pontevedra, la cual fue rápidamente eliminada por los servicios municipales de limpieza.
ResponderEliminarLa pintada en cuestión ponía: "Franco, hijoputa, vuelve".
Al parecer la policía municipal detuvo por esos hechos a un antiguo militante del BNG. Parece ser que el chaval se ha curado de marxismo, y ha visto la luz. Para evitar el escándalo, cierto concejal habría influido para su inmediata puesta en libertad sin siquiera una multa.
Hay muchas cosas que suceden de las que nunca llegamos a saber nada. Conste que para compensar, los políticos nos informan de muchas otras, que nunca han sucedido.
Milagros paganos del antroido....
A Ernesto:
ResponderEliminarEstos están haciendo bueno al Caudillo. Además que en su época, los concejales no tenían sueldo, trabajaban más y mejor.
Y cuando llegaba la inspección al Concello temblaba el personal.
En fin, creo que la partitocracia y la dictadura sobrevenida tienen contados sus días.
Ya falta menos para las barricadas.
Xesús, que buen cocepto ese el de la "inspección" para el correcto y eficiente funcionamiento de los servicios públicos,sistema seguramente que ahora desaparecido
ResponderEliminarPero es que es cierto! Con un solo inspector que se acercase a la Casa, temblaban todos, incluso los que no estaban sucios.
ResponderEliminarVamos, era cuestión de respeto.