No salimos de San Francisco, y aun de la temática medieval.
Resulta que en lo alto de la calle Aduana, y en los bajos del convento franciscano, se encuentra ubicado un equipamiento socio comunitario de los más demandados. Nos estamos refiriendo al comedor social.
La infatigable y callada labor de la exigua Comunidad de Padres Franciscanos, asistida por un grupo de fieles colaboradores, más el apoyo de empresas e instituciones benefactoras, hacen posible que estemos ante un centro de referencia para muchas personas, no sólo de la ciudad sino de la comarca y aun de transeúntes.
Cada año va en aumento el número de usuarios y llaman la atención las diferentes historias humanas que se pueden encontrar allí, bajo aquellas paredes de fábrica medieval, donde aun son visibles en el descuidado exterior, ciegas arquerías góticas.
Precisamente este año se cumple el centenario del retorno de los frailes franciscanos, que volvieron a ocupar en 1909, la iglesia y parte del convento nacionalizados en 1835 debido al proceso desamortizador.
Con la que se avecina, con los números de paro más elevados de todo Occidente, quien sabe si hoy el edificio de Hacienda, en otros siglos convento, pasará a convertirse en una gran residencia para pobres. Sin la ayuda de unas arruinadas Administraciones, naturalmente.
Como todos llevamos dentro un potencial usuario, sirvan estas líneas como pequeño homenaje a quienes desarrollan tan importante labor humanitaria.
Resulta que en lo alto de la calle Aduana, y en los bajos del convento franciscano, se encuentra ubicado un equipamiento socio comunitario de los más demandados. Nos estamos refiriendo al comedor social.
La infatigable y callada labor de la exigua Comunidad de Padres Franciscanos, asistida por un grupo de fieles colaboradores, más el apoyo de empresas e instituciones benefactoras, hacen posible que estemos ante un centro de referencia para muchas personas, no sólo de la ciudad sino de la comarca y aun de transeúntes.
Cada año va en aumento el número de usuarios y llaman la atención las diferentes historias humanas que se pueden encontrar allí, bajo aquellas paredes de fábrica medieval, donde aun son visibles en el descuidado exterior, ciegas arquerías góticas.
Precisamente este año se cumple el centenario del retorno de los frailes franciscanos, que volvieron a ocupar en 1909, la iglesia y parte del convento nacionalizados en 1835 debido al proceso desamortizador.
Con la que se avecina, con los números de paro más elevados de todo Occidente, quien sabe si hoy el edificio de Hacienda, en otros siglos convento, pasará a convertirse en una gran residencia para pobres. Sin la ayuda de unas arruinadas Administraciones, naturalmente.
Como todos llevamos dentro un potencial usuario, sirvan estas líneas como pequeño homenaje a quienes desarrollan tan importante labor humanitaria.
En Xerusalén encontreime un colaborador dos PP. Franciscáns, afincado alí pra seis meses.
ResponderEliminarAfotunamente, existe ese tipo de entrega, de solidariedade.
Pero, en relación co tema que tocas, que a Delegación da Facenda poida rematar sendo o Gran Albergue de Mendigos, conforme ó modelo de cidade deseñado polo goberno estalinista.
Eles van ser incapaces de crearen un novo Auxilio Social.
O referente do comedor é, xa en si mesmo, un atractiva pra xentes que chegan de lonxe, incluso de Rumanía, non a traballaren senón a exerceren a mendicidade.
Amigo, sigue nesa línea, que pouco a pouco vas definindo un roteiro prós que realmente queiran conoce-la Pontevedra de Lores-
Casal-Mosquera.
Digo que o destino do edificio da Delegación como Gran Albergue pra Mendigos pode ser cousa de pouco tempo, simplemente algo máis da probeza inducida polas políticas de ZP.
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