viernes, 6 de abril de 2012

La procesión de los Pasos, hace cien años


Como la prensa de hoy nos informa de la procesión de los Pasos del Jueves Santo de ayer , nosotros expondremos la que tuvo lugar en 1912.
Según el periódico La Correspondencia Gallega, la procesión saldría a las seis de la tarde de Santa María - a las cinco, según recogió su colega, El Diario de Pontevedra - Rompía la marcha, según el primer rotativo señalado, "una sección montada de la Guardia Civil, seguían las imágenes de la Pasión; el Clero; el Ayuntamiento bajo mazas presidido por el alcalde accidental Sr. Boullosa; la guardia municipal en traje de gala, con su jefe el Sr. Puga, la banda de música y las fuerzas de Murcia - el regimiento de infantería aquí destinado - con armas a la funerala."
Recoge también la prensa que "los Apóstoles lucían nuevos trajes merced a la piedad de las señoras del santuario del Camino - derruido en 1936 - y a la severa efigie de la Dolorosa, daba escolta un piquete de la benemérita" - como se sigue haciendo cien años después-.
La diferencia con el recorrido actual, es que de aquella la procesión entraba en el Convento de Santa Clara, "que estaba invadido de fieles, cantando las monjas los versículos del Miserere".
Curiosamente la comitiva accedió después al templo de San Bartolomé para proseguir posteriormente hacia la Herrería, Comercio, Don Filiberto y Alhóndiga al templo de Santa María, donde se recogió cerca de las ocho de la noche "en perfecto orden".
Más crítica fue la reseña del Diario de Pontevedra, pues destacaría que "la procesión fue pobrísima y lo decimos con pena". Añadiendo que "las imágenes iban solitarias sin que la piedad de los devotos se manifestase acompañádolas con vela, a pesar de haber tantos y tan buenos católicos en Pontevedra. A última hora fue necesario pagar a unos cuantos muchachos y proporcionarles un cirio para hacer bulto en la procesión"
Lo que también reconoce ese periódico es que "las calles estuvieron muy concurridas, especialmente la plaza de la Constitución (Herrería) donde se formó un paseo animadísimo hasta las ocho de la noche"
Añade la crónica que "la Alcaldía tuvo el buen acuerdo de disponer que en dicho punto luciesen dos focos eléctricos de gran potencia y así parecía ya que estábamos en un pueblo regularmente alumbrado"
Aunque después reconoce que el resto de la población permanecía sin iluminación "y bien puede asegurarse que fueron muy pocas las personas que lograban conocerse aun pasando a medio metro de distancia unas de otras".

3 comentarios:

  1. Maravillosa crónica de entonces.

    Hoy ningún turista tendría ningún motivo para poner en su itinerario de visitas la ciudad de Pontevedra en sus vacaciones de Semana Santa. Tiraría hacia Ferrol, Viveiro o Cangas. Cunado nosotros tenemos una Semana Santa de la que presumir, y bien arraigada en el tiempo, como demuestra esta crónica.

    En otros lugares apuestan por ella, y es un recurso cultural, religioso y económico de primer orden.

    Aquí el sector de la hostelería, entre carnavales y el verano no cuenta con ningún evento que tienda a atraer visitantes del resto de España, y los del extranjero que por estas fechas andan por España.

    Y mientras los que nos cobran por dinamizar la economía y sacar adelante la ciudad y su comarca, estos días se van de vacaciones y se desentienden de todo.

    Penoso

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  2. Estas palabras de la crónica: "Aunque después reconoce que el resto de la población permanecía sin iluminación "y bien puede asegurarse que fueron muy pocas las personas que lograban conocerse aun pasando a medio metro de distancia unas de otras"....

    Bien parecieran una de las profecías de Josele para el siglo XXI, con apagones por falta de liquidez para pagar el consumo energético de la iluminación pública....

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  3. Antón caminó hasta la plaza de la Herrería. Entre los bultos humanos desperdigados entorno a la hoguera buscó un espacio en el que arroparse. Hacía ya algunos meses que los mendigos y los "sintecho" de la ciudad se agrupaban entorno a una gran hoguera que mantenían viva por turnos en la plaza. Así, podían dormir al resguardo de la única "luz pública! que quedaba en la ciudad sin temor a ser robados, apuñalados. O, incluso, en su caso, a ser violados por desconocidos aprovechando que la urbe se hallaba sumida en la oscuridad total ya que la compañía eléctrica había declarado que no volvería a reanudar el suministro hasta que se abonara la deuda.

    (Lo que era totalmente improbable, mientras antes los funcionarios locales no cobrasen las nóminas atrasadas que ya eran más de doce)

    Las llamas crepitaban cadenciosamente y el sonido de sus voces se unía rítmicamente a los gemidos, ronquidos y esputos de los durmientes en la plaza.

    Entre los bultos cercanos, Antón reconoció al antaño prestigioso locutor de radio y presentador de televisión local apodado "El Gorila", que en los buenos tiempos había alcanzado fama local enseñando el culo en un campo de golf, junto a otros miembros destacados de su generación. Eran los "Tiempos Hermosos" cuando fluian las nóminas y los complementos de productividad. Ahora todos yacían sobre las losas de piedra de la plaza, soñando con lo que un día fueron, bajo las llamas de la "Luz Pública".

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