Los bancos de la Herrería

Para los que llevamos algunos años dedicados a la conservación y divulgación del patrimonio pontevedrés, este es un post triste y desmoralizador.
A ver si nos entendemos.
Resulta que sobre 1905, nuestros antepasados eligieron un modelo de banco para la plaza de la Herrería realizado en madera y hierro fundido. Se recurrió, como con las fuentes de metal y otro mobiliario urbano, a los catálogos franceses, tan de moda en los últimos años del XIX y principios del XX. A pesar de las obvias reparaciones y repintado de dichos bancos, a lo largo de muchas generaciones, hoy tenemos la suerte de poder sentarnos en verdaderas joyas o piezas de anticuario, que ya les gustaría tener a muchas ciudades.
Hace algo más de dos años, el Concello de Pontevedra, en el verano del 2008, procedía al desmontaje de dichos elementos de madera para su posterior pintado en color blanco. Los piés de fundición irían en "negro forja". Si se prefiere en la terminología oficial: "En canto aos bancos, son 20 unidades as que se restauran, para o que foi necesaria a súa retirada, para así proceder ao decapado das pinturas das madeiras existentes, pintado dos pés metálicos en cor forxa negro, e posterior pintado das madeiras".
Hasta aquí todo normal.
Pero es que resulta que hoy la sorpresa e indignación surgen, cuando varios meses después de aquella intervención, aparecen los bancos de la Herrería, ahora también Ferraría, con las maderas barnizadas y varios operarios pintando los pies de fundición en tonos que armonicen con todo el entramado de farolas nuevas que allí se instalan...
Y uno se pregunta, si a estas alturas, se pueden desconocer los criterios y normas de conservación de nuestro patrimonio y frivolizar con las intervenciones sobre el mismo, tratando a los bancos centenarios como muebles de cualquier casa de marujas, buscando únicamente la aprobación popular del nuevo decorado urbano sin tener en cuenta el trabajo de los técnicos en bienes culturales. Tanta diplomatura de conservación y restauración, tantos técnicos en museos, tanto técnico cultural concejil, para después dejar el cuidado de unas joyas heredadas de nuestros antepasados, al mero gusto estético de la concejala de turno.
Lo que estaba bien en agosto de 2008, no vale para marzo de 2011. Cuando menos es una falta de profesionalidad. Del coste de la operación ya ni hablamos.