lunes, 25 de junio de 2012

Tres puentes, tres sociedades.

Allá por el lejano 1980, siendo alcalde Rivas Fontán y ministro de Obras Públicas, Sancho Rof, se decidió ejecutar un puente que prolongando la arteria urbana de Cobian Roffigñac, diera salida al tráfico rodado hacia el norte, descongestionando a su vez el centenario puente del Burgo.
Al final, unos racionales ingenieros, tras las correspondientes expropiaciones en el entorno de Pasarón y Lérez, diseñaron un vial de unos dos kilómetros, provisto de cuatro carriles y pasos elevados, que como decimos, funcionaron y aun sirven de alternativa a los tráficos que iban por O Burgo.
Debió ser una buena obra cuando en nuestros días debe ser la único vía urbana donde se pueden celebrar competiciones de ciclismo como el célebre triatlón.
En cuanto al puente que vadeó el río- se inauguraría hacia 1983 - se diseñó sin concesiones. Un discreto tablero de hormigón sobre cuatro pilastras, de aspecto sobrio y funcional. Por no tener no tuvo ni nombre en sus primeros tiempos.

Sólo una década más tarde, en los felices noventa, la sociedad ya había cambiado. Estábamos en el boom de las Autonomías con los ya desaparecidos, Manuel Fraga como presidente de la Xunta y José Cuiña Crespo como conselleiro de la COTOP. Tocaba un nuevo puente, el de los tirantes.
Ahora la funcionalidad de la obra pública era secundaria y lo fundamental era la ostentación. De ahí la necesidad de ejecutar una obra-hito, que no tuviera en cuenta el paraje donde se insertaba la obra, ni que el tráfico desembocara en una zona escolar, ni que las piraguas y demás embarcaciones de recreo pudieran sortear esa infraestructura con pleamares vivas...La obra se inauguraría hacia 1995 siendo alcalde Francisco Cobián. Lo dicho, la megalomanía nos dejó ese enorme cartabón de hormigón y tirantes de hierro, eso si, el puente pasaría a los catálogos de obras singulares de ingeniería.

En los albores del siglo XXI tocaba construir otro puente. Su diseño sería la evolución lógica del anterior, muestra de una  sociedad en la que los gestores se permiten empeñar hasta el patrimonio de los nietos.
El nuevo puente que estos días se inauguró, nace con la obscenidad pública de declarar que aun no se hicieron los pertinentes estudios de tráfico para la comunicación entre las riberas urbanas.
La nueva infraestructura, de diseño edulcorado y polícromo, expresa a las claras el modelo de ciudad lúdica y feliz que gestionan sus promotores.No es dificil adivinar que la variedad de materiales de la obra, metales, vidrios, madera... hará imposible un correcto mantenimiento y no es dificil que las próximas generaciones no vean más que un amasijo de hierros oxidados. Eso es lo de menos, lo fundamental es el impacto mediático cortoplacista.
En fin, que si le preguntamos a cualquier persona - entendida esta como un organismo racional- con que puente se quedaría, desde el punto de vista funcional, de economía y aun de impacto ambiental, seguramnte nos diría que el primero de los reseñados.
Si le preguntamos a un mero votante seguro que nos responde que el último.

3 comentarios:

  1. De la sociedad de la razón a la sociedad de la estupidez, pasando por la sociedad del "amor": 30 años de fracaso sistemático.

    Hasta la Victoria Final, comandante Che Guevara...:!!!!!

    ResponderEliminar
  2. Yo me quedaría con el puente del Burgo; despues con el de Compostela, que fue construído por el MOPU al haber prescindido de Consultora Galega para la elaboración del PXOM, el de Rivas Fontan.

    ResponderEliminar
  3. La ubicación de este puente es una estupidez. Su ejecución en las actuales circunstancias, debía de considerarse un delito.

    aquí vamos a tener que jodernos todos. Nada de funcionarios y "salvados" cobrando un sueldo mientras el resto de los españoles se van al hambre y la miseria. Cuando no haya para pagar sueldos públicos, pues que no haya, pero basta de endeudar el país para pagara a funcionarios y políticos, mientras el dinero se tira en paridas como esta.

    ResponderEliminar