Últimamente el Faro de Vigo ha recogido insistentemente la noticia del mal estado del pavimento de nuestra plaza más popular, la de la Herrería o Ferrería. Advierte dicho rotativo del peligro que supone, para transeúntes y usuarios, mayoritariamente menores y ancianos, el tener levantadas y estalladas algunas losas.
Esto nos da pie para recordar que en otros tiempos la Herrería era un ágora cuyo suelo era simplemente tierra apisonada, a la que se le habían añadido unos pasales enlosados, en forma de cruz, que permitían transitar por aquel espacio de usos múltiples, aun con el suelo encharcado.
Y así llegó hasta los albores del siglo XX, hasta que hacia 1904 se produjo un hecho revolucionario, el tendido de un nuevo pavimento a base de un material novedoso: el cemento portland. Dicho cemento envejecido y a cuadros es el que recordamos con sus chicles pegados cuando acudíamos de pequeños al célebre "Carrilo de María".
En el segundo mandato del alcalde Rivas Fontán se decidió remodelar aquel octogenario cemento siguiendo otros criterios de restauración que propugnaban la vuelta a los materiales no industriales. Desde luego que recordamos perfectamente el convenio con el INEM para formar a jóvenes canteiros, que durante meses labraron con técnicas tradicionales unas losas recicladas para conformar el suelo de la Herrería, inaugurandose al fin la obra en 1986 como aun recuerda una inscripción. Una política social y cultural que nada tiene que ver con la línea seguida en los últimos años, a base de talonario y grandes empresas constructuras, empleando además materiales manufacturados por las sierras industriales.
Desde entonces mucho se ha abusado de esa plaza sobre todo en el último decenio. Desproporcionados escenarios, fuera de canon, necesitaban para su montaje la ayuda de grandes traileres que en nada ayudaron a mantener, en buen estado las piedras. Las obras de rehabilitación de los edificos del entorno,el montaje de carpas, y últimamente el tránsito de camiones de la basura y otros servicios por la plaza, al tener bloquedada la calle de la Pasantería con los bolardos - letra no han hecho más que empeorar la situación.
Y eso que en la línea de privatizar los servicios municipales se cuenta con una empresa encargada el mantenimiento de los pavimentos del Centro Histórico. Pero antes tienen prioridad las chapuzas del último decenio.
Esto nos da pie para recordar que en otros tiempos la Herrería era un ágora cuyo suelo era simplemente tierra apisonada, a la que se le habían añadido unos pasales enlosados, en forma de cruz, que permitían transitar por aquel espacio de usos múltiples, aun con el suelo encharcado.
Y así llegó hasta los albores del siglo XX, hasta que hacia 1904 se produjo un hecho revolucionario, el tendido de un nuevo pavimento a base de un material novedoso: el cemento portland. Dicho cemento envejecido y a cuadros es el que recordamos con sus chicles pegados cuando acudíamos de pequeños al célebre "Carrilo de María".
En el segundo mandato del alcalde Rivas Fontán se decidió remodelar aquel octogenario cemento siguiendo otros criterios de restauración que propugnaban la vuelta a los materiales no industriales. Desde luego que recordamos perfectamente el convenio con el INEM para formar a jóvenes canteiros, que durante meses labraron con técnicas tradicionales unas losas recicladas para conformar el suelo de la Herrería, inaugurandose al fin la obra en 1986 como aun recuerda una inscripción. Una política social y cultural que nada tiene que ver con la línea seguida en los últimos años, a base de talonario y grandes empresas constructuras, empleando además materiales manufacturados por las sierras industriales.
Desde entonces mucho se ha abusado de esa plaza sobre todo en el último decenio. Desproporcionados escenarios, fuera de canon, necesitaban para su montaje la ayuda de grandes traileres que en nada ayudaron a mantener, en buen estado las piedras. Las obras de rehabilitación de los edificos del entorno,el montaje de carpas, y últimamente el tránsito de camiones de la basura y otros servicios por la plaza, al tener bloquedada la calle de la Pasantería con los bolardos - letra no han hecho más que empeorar la situación.
Y eso que en la línea de privatizar los servicios municipales se cuenta con una empresa encargada el mantenimiento de los pavimentos del Centro Histórico. Pero antes tienen prioridad las chapuzas del último decenio.
Camiós como o que se ve na fotografía, ou polas noites o da vasura, que se atopa coa muro das letras BOA na rúa Antonio Odriozola, ademáis dos vehículos longos que levan anos entrando son os causantes do rápido deterioro.
ResponderEliminarPor certo, nalgún lugar permanecen os buratos prá estimación do sochán cando quixeron delimita-lo espacio como gran praza fascista, buratos que poden causar algunha lesión de gravedade a quen non repare neles.
Saúdos.
Es el faro el que saca un buen artículo de el asunto
ResponderEliminarA Ferrería leva anos cun pavimento de mala calidade. Xa con Cobián de alcalde había arranxos día si e día non. E ata hoxe. Agora non hai máis problema que antes e de feito a simple vista parece que non está tan mal como ten estado. A cousa é que o pavimento actual é malísimo. Unha porquería e habería que cambialo enteiro, como se está a facer coas rúas do Centro Histórico. E punto. Pero se o cambian entón tamén haberá queixas "por esto, por aquello y lo de más allá" ¿nonsí?
ResponderEliminar¿Está SETGA informada de todo esto? Es mejor que por cada loseta pongan un poste, una farola de diseño "de bajo consumo", o cualquier otra cosa que atranque y estorbe. El Partido es así.
ResponderEliminarMagnífico y didáctico post. Así da gusto.
Mosquera, o pavimento da Ferrería aguantou un cuarto de século, xa máis que calquera das pedras cincentas e industriais que se puxeron hai poucos anos, a pesares do maltrato que lle destes á praza.
ResponderEliminarLa Herrería forma parte de la memoria de los pontevedreses que están aquí y de los que viven lejos.
ResponderEliminarTienen derecho a reconocerse en ella. A evocar su infancia. A sus abuelos. A los eventos que marcaban la vida y el ritmo de la ciudad.
Cuantos menos palurdos pongan su zarpa sobre este espacio, mejor que mejor.
Sobre todo si están llenos de complejos de edipo, resentimiento y rencor hacia la historia de la ciudad y sus gentes.
muy bueno spetznaz del lérez.
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