Aunque con una jornada de retraso sobre el “Día Mundial de la Arquitectura” que se celebra cada 5 de octubre, es buen momento para traer a colación un edificio pontevedrés derribado hace ahora un año.
Nos referimos al denominado como “Chalet de los obreros” de la también desaparecida fábrica de Tafisa.
La importancia de esta vivienda radicaba en que era un buen exponente de la arquitectura de vanguardia realizada en los años 50 del pasado siglo XX.
Heredera de las corrientes de la “Bauhaus” esta obra realizada para fines recreativos e institucionales se caracterizaba por el empleo de los planos ortogonales, de los grandes ventanales corridos y de los nuevos materiales como el hierro.
Su autor fue el arquitecto Alejandro Barreiro (1958). Además de su valor artístico recogía este edificio el legado de ser una muestra de cómo se entendían las relaciones laborales en las grandes empresas durante la pasada Dictadura, algo más paternalistas si cabe, que las actuales condiciones de trabajo.
No se entiende que estando ubicado este chalet en unos terrenos municipales en una zona estratégica de la ciudad al borde del río y frente a un “Pazo da Cultura”, no se entiende tampoco que queriendo construirse en las inmediaciones todo un edifico universitario “das artes”, en fin tampoco se entiende que teniendo todo una concejala de cultura directora de una escuela de diseño y moda haya habido tampoca sensibilidad y diligencia para preservar esta joya arquitectónica que ya solo puede admirarse en fotografías.
Nos referimos al denominado como “Chalet de los obreros” de la también desaparecida fábrica de Tafisa.
La importancia de esta vivienda radicaba en que era un buen exponente de la arquitectura de vanguardia realizada en los años 50 del pasado siglo XX.
Heredera de las corrientes de la “Bauhaus” esta obra realizada para fines recreativos e institucionales se caracterizaba por el empleo de los planos ortogonales, de los grandes ventanales corridos y de los nuevos materiales como el hierro.
Su autor fue el arquitecto Alejandro Barreiro (1958). Además de su valor artístico recogía este edificio el legado de ser una muestra de cómo se entendían las relaciones laborales en las grandes empresas durante la pasada Dictadura, algo más paternalistas si cabe, que las actuales condiciones de trabajo.
No se entiende que estando ubicado este chalet en unos terrenos municipales en una zona estratégica de la ciudad al borde del río y frente a un “Pazo da Cultura”, no se entiende tampoco que queriendo construirse en las inmediaciones todo un edifico universitario “das artes”, en fin tampoco se entiende que teniendo todo una concejala de cultura directora de una escuela de diseño y moda haya habido tampoca sensibilidad y diligencia para preservar esta joya arquitectónica que ya solo puede admirarse en fotografías.
Mira que pudo haber sido todo un centro de recepción de turistas.
La fotografía es del Faro de Vigo. Rafa Vázquez
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