domingo, 1 de julio de 2012

El museo necesita un cambio



En el lejano 1929, cuando se constituye el Patronato del Museo de Pontevedra, era todavía impensable -de aquella las prioridades de servicio público de las administraciones eran muy diferentes a las actuales – que un organismo autónomo como el Museo, acabase siendo gestionado directamente por la propia Diputación, toda una conquista social que hay que verla como un ejercicio de normalidad administrativa y democrática fruto de la instauración del llamado estado social.
Obviamente que el camino para llegar a este modelo ha sido largo y que en el fondo lo que subyace es el éxito de una institución de más de ochenta años. Pero es público y notorio que el Museo de Pontevedra necesita cambiar. Y es sabido que esos cambios han venido acelerados por la inmediata puesta en funcionamiento del “sexto edificio” una apuesta multimillonaria de la Diputación por un contenedor cultural que no tiene precedentes. No cabe duda de que las cosas se pudieron hacer de otra manera. A nosotros por ejemplo, no nos parecieron en su momento adecuados las derogaciones de las normas urbanísticas que protegen al patrimonio histórico, dando mayor libertad para el diseño de los nuevos inmuebles del museo, así como pensamos que al nuevo edificio le sobra planta y media, ahogando desde entonces al complejo de San Bartolomé. Porque no olvidemos que la primera función del museo es proteger y conservar nuestro patrimonio. Y la segunda, dar ejemplo.
Y quizás del olvido del anterior axioma, de la primera prioridad, en los últimos años hemos contemplado como el museo se ha utilizado desde espacio para dar mítines hasta pasarela de desfiles de moda. Los talleres infantiles están bien...Pero la revista de investigación del museo lleva varios años sin publicarse.
Pero como decíamos el museo necesita cambios y parece que se están dando los primeros pasos de una forma contundente y a lo mejor no necesariamente transparentes y con la debida delicadeza de una cirugía que precisa un paciente octogenario.
No se nos escapa la buena idea, por ejemplo, de gestionar y coordinar los fondos documentales del museo y los de todo un servicio provincial, cuando ambos dependían de la misma Diputación.
¿Se darán pasos para que en el futuro se eviten los directores vitalicios? ¿Se acertará con la elección de un verdadero consejo asesor que trabaje con vocación por el futuro del museo? Repárese que en 1929, Castelao tenía 43 años, Sánchez Cantón 38, Antón Losada 45 y el que después sería director Filgueira Valverde, 23 añitos.
¿No será ahora el momento de un relevo generacional?






3 comentarios:

  1. Ni ahora, ni nunca. Ni un paso atrás hasta la victoria final.

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  2. Al gún día alguien contará la verdadera historia del pájaro que dirige el museo.

    Con cartas de presión del mismísimo Mariano Rajoy para matener el empleo de su señora (pese a su inutilidad) al frente de una conocida fundación cultural. Y ahora lo agradece siendo un vulgar hombrecillo servil del BNG.

    Ese es el perfil y la talla de toda una generación infame, de individuos mediocres cuyo único mérito ha sido el de ser el mejor pelota del mandamás de turno, hasta forjarse una nómina vitalicia que les blinda de los rigores y exigencias que la vida impone al ciudadano de a pie.

    Son personajes como este, llevados a todos los niveles (administración, Cajas de Ahorros, política, mundo social y empresarial...), los que han abocado al país a la actual decadencia, y condenado a toda una generación a empobrecerse o a tener que emigrar.

    Y no conocen otros sonrojo en sus mejillas que el de las bofetadas....

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  3. Carinha de presumto1 de julio de 2012, 16:11

    Pois a mim paresçeme tudo bem

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