Como esta edición de la Feira Franca - mercado que tuvo su fundamento histórico a raíz de un privilegio concedido por el Rey de Castilla, Enrique IV, en 1467, - se le dedica a los "Camiñantes", a todos aquellos que por motivos espirituales, económicos o laborales llegaron a Pontevedra, y como el Concello actual decidió este año gastar todo en pólvora, no hay piedad para la investigación y divulgación histórica, es casi un pecado no sacar a la luz un capítulo del recopilatorio de 1973, titulado "Pontevedra y los Pontevedreses" de Francisco Javier Sánchez Cantón. En dicho capítulo, con el sugerente título de "Pontevedra en los libros de antaño", el ilustrado escritor nos da noticia de dos destacados viajeros que llegaron a la Boa Vila en el lejano siglo XV.
Uno de origen bohemio, Leon de Rosmithal, en la actualidad sería ciudadano de la República Checa, y el otro Alemán, Jerónimo Münzer.
El primer relato tiene el valor de una visita a Pontevedra justamente en 1466, un año antes de la instauración de la Feira Franca. Por cierto que queda sorprendido de nuestras xunqueiras, hoy rellenos. El segundo viajero llega a estos pagos ya en tiempos de los Reyes Católicos.
Lo curioso del caso es que el circunspecto y docto Sánchez Cantón vaticina trabajos como el de la "Loca Historia de Pontevedra", de Rodrigo Cota, cuando se refiere a los diarios de viajes como "fuente caudalosa de noticias variadísimas de esas que desdeñan historiadores graves y escritores pedantes".
Leon de Rosmithal señor de Blatna.
Era un noble bohemio rico y andariego. Salió de Praga 26 de noviembre de 1465. Viajaba por saber de costumbres y de milicia. Al venir a España traía, además, el designio de visitar la tumba del Apóstol. Dos hombres de pluma que formaban su séquito contaron el viaje puntualmente. Rosmithal tenía espíritu inquiridor, todo lo preguntaba, pero pecaba por crédulo y satisfacíanle las respuestas inmediatas, aun las de burlas, así se lee en su “Diario”:
“Cuando salimos de Redondela, se mostraba a la derecha el vecino de Escocia, que está en medio del mar y junto a Inglaterra”.
Había entrado por Tuy – como todos los peregrinos que venían de Portugal- y hace observaciones del tenor de ésta: Galicia no tiene Rey, sino que elige al Señor que le parece y a él se somete y nosotros lo vimos”. Extraña afirmación, que se basaría en las revueltas de que Galicia era avispero en el reinado de Enrique IV.
De Tuy pasó el señor bohemio a Redondela donde menciona un monasterio dedicado a San Pedro y puesto en un sitio que “circunda el mar” (que será la isleta de San Simón) y llegó a Pontevedra, que es una plaza de armas, que está en el camino de Santiago y tiene un puente de piedra no muy largo sobre un brazo del mar...es lugar grande y rico, que tiene además un puente largo sobre unos remansos del mar (“las junqueras) que cierran el pueblo por un lado”.
De Pontevedra, según uso constante entre peregrinos, siguió la comitiva de Rosmithal por Caldas y Padrón a Compostela.
Jerónimo Münzer.
...En 1494 y en el siguiente recorrió España un nuremburgués, Jerónimo Münzer, que según moda renacentista, tradujo al latín su apellido y resultó Monetarius – Monedero en castellano -. Hombre curioso, agudo y puntual, anotó en latín cuanto hubo de ver en el largo viaje y su texto es fuente caudalosa de noticias variadísimas de esas que desdeñan historiadores graves y escritores pedantes. Recorrió España en itinerarios largos: estuvo en la Corte y fue recibido por los Reyes Católicos. Como era obligado vino a Compostela.
Entro por Tuy, desde Portugal, y luego de pasar por Redondela, llegó a Pontevedra – a la que nombra “Pontem Fedrum” población antiquísima, no grande pero inclitum por su puerto de mar, en el cual pescan la cantidad máxima de sardina y desde el cual la distribuyen a varios lugares y máxime se nutren de ellas. Tiene también un río con lindísimo – pulchérrimo – puente de catorce arcos....
Era un noble bohemio rico y andariego. Salió de Praga 26 de noviembre de 1465. Viajaba por saber de costumbres y de milicia. Al venir a España traía, además, el designio de visitar la tumba del Apóstol. Dos hombres de pluma que formaban su séquito contaron el viaje puntualmente. Rosmithal tenía espíritu inquiridor, todo lo preguntaba, pero pecaba por crédulo y satisfacíanle las respuestas inmediatas, aun las de burlas, así se lee en su “Diario”:
“Cuando salimos de Redondela, se mostraba a la derecha el vecino de Escocia, que está en medio del mar y junto a Inglaterra”.
Había entrado por Tuy – como todos los peregrinos que venían de Portugal- y hace observaciones del tenor de ésta: Galicia no tiene Rey, sino que elige al Señor que le parece y a él se somete y nosotros lo vimos”. Extraña afirmación, que se basaría en las revueltas de que Galicia era avispero en el reinado de Enrique IV.
De Tuy pasó el señor bohemio a Redondela donde menciona un monasterio dedicado a San Pedro y puesto en un sitio que “circunda el mar” (que será la isleta de San Simón) y llegó a Pontevedra, que es una plaza de armas, que está en el camino de Santiago y tiene un puente de piedra no muy largo sobre un brazo del mar...es lugar grande y rico, que tiene además un puente largo sobre unos remansos del mar (“las junqueras) que cierran el pueblo por un lado”.
De Pontevedra, según uso constante entre peregrinos, siguió la comitiva de Rosmithal por Caldas y Padrón a Compostela.
Jerónimo Münzer.
...En 1494 y en el siguiente recorrió España un nuremburgués, Jerónimo Münzer, que según moda renacentista, tradujo al latín su apellido y resultó Monetarius – Monedero en castellano -. Hombre curioso, agudo y puntual, anotó en latín cuanto hubo de ver en el largo viaje y su texto es fuente caudalosa de noticias variadísimas de esas que desdeñan historiadores graves y escritores pedantes. Recorrió España en itinerarios largos: estuvo en la Corte y fue recibido por los Reyes Católicos. Como era obligado vino a Compostela.
Entro por Tuy, desde Portugal, y luego de pasar por Redondela, llegó a Pontevedra – a la que nombra “Pontem Fedrum” población antiquísima, no grande pero inclitum por su puerto de mar, en el cual pescan la cantidad máxima de sardina y desde el cual la distribuyen a varios lugares y máxime se nutren de ellas. Tiene también un río con lindísimo – pulchérrimo – puente de catorce arcos....
Estamos en lo de siemore: La Historia real es molesta. Está llena de conceptos como la Religión, España, Nación, Deber, Honor....
ResponderEliminarEs muy peligrosa. Por eso mejor quedar en la fábula dineylandizante.
Claro que se podría aprovechar el evento, para dotarlo cada año de cierto contenido y relieve cultural. Pero eso:
1º es peligros, la Historia es como vimos políticamente incorrecta.
2º Hay que tener cultura.
3º hay que tener ganas de hacer algo por elevar la cultura de la gente, en vez de manipularla.
Y conste que no tengo nada en contra de disfrutar con el vino y el churrasco. Pero el truco es siempre añadir a la fiesta una interpretación falsa. Si no, de que iba a gastar el BNG esa pasta gansa en organizarla.
Bonita entrada.
ResponderEliminarEn el testimonio de Jerónimo Münzer se cita la abundancia de sardina de nuestro puerto, que no era, por cierto, el puerto de Marín; era el puerto de Pontevedra.
Pero con eso se acabó al acabar con las junqueras y no hay voluntad de reponer mínimamente el capital natural.
Por cierto, residente como soy en la zona vieja, la mal llamada feira franca es, para mí y los que viven en el casco viejo, una especie de vejación de insulto; la agresión cotidiana de la privatización de plazas y otros espacios alcanza su mayor nivel: ruído, humo, olores, peligro de incendio y la imposibilidad de entrada a los vehículos del 061 en el caso de necesidad.
No importa que hayan andado por algunas calles gentes de Protección Civil, porque eso no representa medida de seguridad de ningún tipo.
Salvo un vistazo somero a algunos lugares he tenido que escaparme a comer fuera de Pontevedra, lejos de casa, evitando así el ser víctima, por unas horas, del allanamiento de morada que representa el pestazo que conllevan estas celebraciones.
Al regreso continuuaba alguna patrulla de cachorros haciendo el indio, tocando el tambor, hasta pasadas las 3 de la madrugada en la plaza de la Verdura, sin que la Policía Local se entere, ni de lo que se vende por dicha zona.
Sigo insistiendo: vendo mi casa, calle San Sebastián, 21-2ºBC, 178 metros cuadrados, porque hay que escapar de la zona.
Se me ocurre decir, incluso, que la Feira Franca es,en cierto sentido,una agresión a los residentes en la ciudad vieja, queya no votamos a Lores ni a Teresa Casal, salvo el personal subvencionado, los que actuaron de soplapollas en el proceso de ocupación de la ciudad.
NO vendas Xesús.
ResponderEliminarLo suyo es fusilar a toda la corporación local y seguro que los próximos se lo piensan dos veces, antes de torturar a los vecinos.
Es bueno quer alguien resalte el altíssimo componente religioso que tenía la vida en la Edad Media.Y ya que el objetivo de la Feira Franca es rememorar aquella época de nuestra ciudad, no estaría de más acompañarla con un programa cultural que nos ayudara a comprender el entorno ambiental en el que se vivía. Y que sepamos, por ejemplo, que el pulpo no se comía con cachelos, que no había pimientos de Padrón ni empanada de millo, que las calles no estaban llenas de príncipes ni de princesas vendiendo churrasco y que no se asaban en ellas bueyes ni se comía en las plazas. Y desde luego, que la vida diaria de nuestros ancestros se basaba en buena medida en la religión.
ResponderEliminarInstructiva entrada, Don Filiberto. Nuestra ciudad era la que vieron los dos personajes que citas, nada que ver con lo que vimos este fin de semana. Gracias.