lunes, 27 de agosto de 2012

El triunfo de España

 
Tiene que ser muy duro, desde la óptica teórica de la política, en este caso desde el nacionalismo del Bng, enfrentarse a fenómenos y eventos como los que en próximas fechas disfrutará la ciudad de Pontevedra.
Hace apenas un lustro seguro que ningún alcalde de esa formación política se ufanaría de que su municipio fuera conocido gracias al paso o estancia de la Vuelta Ciclista a España. Porque aquí nos hemos olvidado ya de las maniobras de maquillaje y ocultamiento que del término "España" se hicieron desde la Xunta del célebre bipartito, cuando altos cargos del Bng, eliminaron del cartel que promocionaba la Vuelta Ciclista el nombre de "España" a su paso por Galicia.
Y si cambiamos de deporte y nos pasamos al fútbol nadie podrá negar que precisamente los éxitos europeos y mundiales de la selección española de balonpié, fueron los actos esporádicos y ciudadanos más festejados en nuestra ciudad. Por muchos días de la Patria Galega o de la Galiza Mártir que aquí se celebrasen, nunca juntarían tantas banderas de Galicia como españolas se vieron los citados días de fiesta.
Ahora toca recibir a dicha selección española de fútbol, para reinaugurar el estadio de Pasarón. Seguro que será un fenómeno mediático sin apenas precedentes en esta capital. A alguno le hubiese gustado un partido entre las selecciones de Galiza y País de Gales pero...
Que conste que la "españolidad" de Pontevedra, a pesar de más de una década de alcalde nacionalista, no estriba solamente en el mundo de lo deportivo, también trasciende al de los espectáculos musicales.
Porque si preguntáis cuales han sido los conciertos más importantes de estos últimos años, no hay más que citar a Miguel Bosé y a Raphael, pagados por fondos públicos locales. Estos sujetos en una hora echan por tierra cualquier campaña de galleguización sostenida a lo largo de muchos años. Este verano naturalmente que los más seguidos fueron los jovenzuelos del Dúo Dinámico.
Si amigos, en Pontevedra triunfa la marca "España" que al menos nos permite vender unos bocatas. Lo otro, que se sepa, hasta ahora sólo ha traído miseria y desolación.

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