viernes, 18 de noviembre de 2011

Los otros campillos


Desmontado y desarbolado el Campillo de Santa María de Pontevedra, solamente nos queda refugiarnos en los últimos campillos que nos quedan en nuestra comarca.
Sin salir del municipio, todavía podemos visitar el Monasterio de Lérez, con su atrio arbolado, verdadero balcón sobre los salones del río, últimamente alterados por las obras de los puentes que por allí se ejecutan.
Y sin salir de la ribera norte, también el visitante puede acercarse a otro mirador, también hijo de los benedictinos y de la desamortización, el atrio del Monasterio de Poio, con vistas sobre la ría.
Es curioso que estos espacios públicos de gran interés, no sólo patrimonial sino paisajístico y social se hayan reforzado con motivo de las revoluciones burguesas del siglo XIX. Derribando murallas en el caso pontevedrés o desamortizando los bienes eclesiásticos en los dos casos citados.
Fallecido pues el campillo de la capital, ya hace años las que políticas urbanísticas lo habían desprovisto de su carácter de mirador sobre el estuario, ahora talando árboles y cambiando su planimetría, ya no se podrán celebrar fiestas, romerías, procesiones y hogueras como sus homónimos de Lérez y Poio.
No creo que ningún vecino de esos lugares permitiera que desaparecieran sus campillos. En Pontevedra si.
Llegamos tarde para articular una ruta turística por los "tres campillos" del fondo de la ría.

4 comentarios:

  1. Primero vinieron a por los viejos: a ellos les prometieron "festa rachada" con viño do país y raciones de churrasco gratis hasta perder la consciencia de todo lo humano y lo divino.

    Y por supuesto, las pensiones aseguradas de por vida.

    Luego vinieron a por los cincuentones y sesentones y les prometieron una infinita estabilidad en sus nóminas hiperprivilegiadas. Y también les prometieron sus pensiones aseguradas de por vida, al igual que a sus mayores.

    Luego fueron a por los cuarentones y les prometieron que algún día, serían como los cincuentones. Y un chalet en la playa y una amante yugoslava.

    Luego fueron a por los menores de 30 y les prometieron más "festa rachada" . Y quizás con el tiempo, una plaza asegurada (si se portaban bien y les votaban)

    Y cuando por fin fueron a por los Campillos, ya no quedaba nadie para alzar la voz....

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  2. Hemos perdido nuestro espíritu crítico y dormitamos la vaivén de los deseos del BNG y sus ramificaciones vecinales. Leer a la presidenta de los vecinos del Campillo decir que "en general gusta" casi me hace llorar.

    Leer solo críticas en la Nueva Avenida de Santa María (que es cómo habría que llamarla por siempre jamás) porque hay niños que juegan con una pelota y callar ante el destrozo de tan emblemática vía diseñada por los hermanos Sesmero me produce hastío.

    Pontevedra está bonita y todo lo demás no importa. Somos una ciudad sin alma y por una vez le doy la razón a César Portela cuando en una entrevista reciente decía que "ningún espacio nuevo de Pontevedra le hacía disfrutar como los de siempre"

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  3. Muy buena la reflexión de Portela, muy buena... Seguro que no es original de el, que la leyó en algún libro o revista, pero de todos modos muy acertada al aplicarla a este caso.

    Los que somos sus amigos, además sabemos que frecuenta este foro...

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