viernes, 20 de enero de 2012

San Sebastian, Voto del Pueblo


Resulta que el 7 de enero de 1924, en los albores de la Dictadura de Primo de Rivera, la Corporación municipal de Pontevedra decidió suspender la fiesta de San Sebastián, el antiguo santo protector contra la peste, al que el propio Concejo se le encomendó desde el lejano siglo XVI, reconociéndolo como "voto del pueblo".
Enterada la sociedad pontevedresa de esa resolución, enseguida comenzó a movilizarse.
El día 12 de ese mismo mes se publica una carta en el diario "El Progreso" lamentando la "indiscreta" decisión de los munícipes "en su afán de hacer economías, de no sufragar los gastos de la función del santo tal y como lo venía haciendo".
Alegaba la misiva que todavía en esa fecha aun se recordaba en la población las pestes de cólera que la asolaron a lo largo del siglo XIX y que todavía seguía en vigor la devoción a ese santo y consecuentemente el voto que se le había hecho "El ayuntamiento de entonces estaba compenetrado con el pueblo, cuyos intereses administraba y recogiendo los anhelos de Pontevedra, declaró por voto solemne a celebrar todos los años con el mayor espelndor posible la festividad del glorioso San Sebastian costeando los gastos que ocasionara..."
Como el ayuntamiento decidió desanteder esa obligación contraída, declaraba la carta que "el pueblo de Pontevedra no puede olvidar la época angustiosa en que hizo su voto y quiere celebrar con solemnidad la fiesta de su especial protector y lo hará de su peculio particular aunque lamentando que los señores concejales de nuestro Ayuntamiento no lo hagan unos por la falta de energía y los otros, no digo que por mala fe pero si por no enterarse de los usos y costumbres del pueblo, causa de este disgusto y molestia que se pudieron evitar"
Lo cierto es que en días siguientes, considerando que "no había tiempo que perder" se empiezan a publicar las primeras listas de suscriptores para la fiesta de San Sebastian, encabezadas por las veinticinco pesetas de Bernardo López.
La cuestación fue un éxito y así en la víspera del santo ya se habían recaudado entre cientos de pontevedreses nada menos que 813,70 pesetas.
Huelga decir que el santo tuvo de las funciones más brillantes que se recuerdan. La banda municipal de música salió recorriendo las calles "tocando bonitas dianas".
A las diez de la mañana saldría la tradicional rogativa desde San Bartolomé hasta la capilla de San Roque, presidiendo la Corporación Municipal.
Por la tarde tendrían lugar solemnes actos religiosos, y el altar mayor estaba presidido por el escudo de Pontevedra. "El Santísimo bajo palio recorrió las naves del templo entonándose mientras tanto preciosos villancicos en los que rayaron a incomensurable altura el tenor de la Colegiata de Iria Flavia Sr. Sánchez y el barítono de esta capital Sr. Cervera Mercadillo."
Después de la misa solemne sería conducido procesionalmente a su camarín el santo - de aquella las imágenes se guardaban anualmente en las casas de sus mayordomos - figurando en el cortejo larguísimas filas de devotos asi como todos los empleados municipales alumbrando con vela.
Como no podía ser de otra forma presidieron dicho acto el alcalde y hasta dieciseis concejales. "Al paso de la comitiva por la plaza de la Constitución - Herrería- dispararonse gran número de bombas".
En los años sucesivos volvió el Ayuntamiento a sufragar los gastos de la función.
Esta anécdota de 1924 puede ayudar a entender como la soberanía reside en el pueblo, que está antes que sus instituciones.
En fin, que San Sebastian nos libre de la pestes que todavía asolan nuestro Concello.

3 comentarios:

  1. "La alineación de dos de sus cualidades principales -sumisión y osadía-, la erótica y sugerente forma -sadomasoquista- de su caracterización artística y el haber sido igualmente adorado y humillado públicamente han hecho que gran parte la comunidad gay masculina se identifique con San Sebastián y lo enaltezcan como símbolo."

    Anxo leyó aquel artículo de prensa con meditada y meticulosa cadencia, como con el ritmo asíncopado de una máquina de escribir "underwood" tecleada por un periodista manco. Y de la vieja escuela.

    Anxo apoyó su codo (izquierdo) sobre el periódico extendido encima de la barra metálica del bar. Y dejó volar su imaginación perdida en un mar de brumas inciertas... por la comisura (izquierda) de sus labios se deslizó lenta y milimétricamente, paso a paso, con la cadencia de una gotita de agua primaveral descendiendo por el musgo verde de la fachada de La Peregrina, un hilo de baba blanquecina y suave....

    De sus dedos mortecinos colgaba un reseso churro sostenidos ambos por su mano (izquierda). Y unas gotitas marrones de café, como divertidas estrellas, fueron salpicando las páginas del periódico diario.... el tiempo pareció hacerse eterno, como cada día desde que ingresó en la lista del paro, Anxo dejó caer su pie (izquierdo) rozando sobre el suelo de aquel bar... y, a continuación... la nada, el silencio, la inmensidad inmisericorde de aquel silencio, de aquella náusea, de su perdida mirada congelada en el tiempo de aquel experimento que era la "Ciudad donde nunca pasaba nada"...

    Y aquella figura exhausta, vana, se desdibujó a través del vaho en la ventana, al pasar Antón de camino al comedor, como cada mañana.

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  2. La banda sonora que acompaña la lectura del anterior relato puede ser hallada en la siguiente dirección de Youtube:

    http://www.youtube.com/watch?v=fjnayJBrcrA&feature=related

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  3. Los pueblos olvidan las viejas promesas y los antiguos juramentos.

    Y así, vuelven las antiguas pestes que se creían extinguidas para siempre....

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