La ciudad se prepara para celebrar su festiva Feira Franca. Hasta en la fachada del circunspecto Museo de Pontevedra han colgado unos vistosos tapices que reproducen miniaturas de los códices de las Cantigas de Alfonso X el Sabio. Pero ya llegados a este punto conviene hacer un poco de Historia.
Como es sabido, el rey de Castilla Enrique IV, concedió en 1467 el privilegio para que los habitantes de Pontevedra pudieran celebrar una feria franca, esto es, libre de impuestos, “quince días antes y quince días después de San Bartolomé”, el 24 de agosto. Ese documento original fue redactado ya en perfecto castellano, aunque quien quiera consultarlo, decir que no figura en la pagina oficial de la fiesta.
Lo cierto es que desde hace diez años, a instancias del Concello, aprovechando la moda de las recreaciones históricas, como en otros muchos lugares, se procedió a la simulación de este antiguo evento mercantil, fenómeno digno de estudio desde la óptica de la animación sociocultural debido al éxito de público alcanzado en estos últimos tiempos.
Pero la pregunta que nos hacemos, y debido a la obsesión concejil de “recrear la Edad Media a toda costa” es si verdaderamente dicha Feira instaurada en 1467 es medieval.
Los que no estudiamos en la ESO, con independencia de los orígenes medievales de las "ferias de concesión", podemos afirmar que cuando menos estamos ante una fecha más renacentista que propia del medioevo.
Porque en ese último tercio del siglo XV, ya los otomanos habían invadido Constantinopla (1453), ya se había inventado la imprenta - Gutenberg fallece unos meses después de la concesión de la feria pontevedresa- ya los portugueses realizaban sus primeras navegaciones oceánicas al mando de Don Enrique...
En fin, en Italia estaba en pleno apogeo el “quatroccento”ese moviento artístico con figuras como Masaccio o Donatello.
Y en nuestra península una hermanastra del rey Enrique IV, Doña Isabel, se convertiría como su sucesora en la “Reina católica”, monarca arquetipo del nuevo Estado Moderno…
Mientras aquí en Galicia los Irmandiños procedían a la destrucción las fortalezas de la nobleza símbolo del feudalismo medieval.
A mayores, en pleno apogeo de esta Feira Franca, unos años después de su concesión, sucederán hechos tan trascendentes como el Descubrimiento de América, la Toma de Granada o la aparición de la Gramática Castellana de A. Nebrija.
En definitiva, la obsesión medievaloide no estaría pues justificada si comprobamos como la grandeza de la antigua villa de Pontevedra es plenamente renacentista. Ahí está como ejemplo la construcción de la Basílica de Santa María, la Fonte da Ferrería, la Casa das Campás, el poder que tuvieron los mareantes y los exportadores de vino, los Humanistas etc. Su justificación sólo podría venir determinada por lo extraordinariamente incorrecto que sería reconocer desde una óptica nacionalista el poder del unificado Estado Moderno frente a los fagocitados reinos medievales, el no reconocer la desaparición de la lengua gallega como lengua culta frente al castellano, entre otras cosas, y lo que es más preocupante, en no reconocer el nuevo status de ciudadano frente al de vasallo, la persona sometida a un señor feudal.
Porque yo soy Luis Bará, concejal artífice de la fiesta y profesor de gallego y le pongo un cero zapatero a quien me exhiba como ejemplo de literatura gallega del último tercio del siglo XV, esto es, la época de la Feira Franca, a las Cantigas de Alfonso X el Sabio, escritas hacia1250.
Quizás para atenuar la idea del Museo de colgar los tapices con los códices miniados alfonsies, para ambientar la Pontevedra de finales del siglo XV, decir que ya en aquella época esas miniaturas serían antigüedades con más de doscientos años.
En fin, o se hace una recreación histórica de la Pontevedra medieval o se hace una de la renacentista, pero no se debe confundir a la gente.
¡Menos mal que el 99% de los asistentes a la fiesta pasa de estos rollos!